Agua y vida
Cuando Dave Mueller extendió su brazo y giró la llave, el agua comenzó a fluir de la tubería a un balde azul. A su alrededor, la gente aplaudía celebrando que el agua fresca y limpia llegaba por primera vez a su comunidad. Tener una fuente de agua potable le cambiaría la vida a este grupo de kenianos.
Nunca se agota
Cuando le pregunté a una amiga que está a punto de jubilarse qué le asustaba más respecto a la próxima etapa de su vida, dijo: «Quiero asegurarme de que no se me acabará el dinero». Al día siguiente, mi consultor financiero me aconsejó sobre cómo evitar quedarme sin dinero. Sin duda, todos queremos estar seguros de que tendremos los recursos necesarios para el resto de nuestra vida.
La decisión de Evie
Evie era una de los 25 adolescentes del coro de una escuela secundaria estadounidense que viajó a Jamaica para cantar, evangelizar y mostrar el amor de Dios a personas de una cultura y una generación diferentes. Para ella, un día fue particularmente memorable y gozoso.
Cuando Dios habla
Hace poco, mi yerno le explicaba a mi nieta que podemos hablar con Dios y que Él se comunica con nosotros. Cuando le dijo que, a veces, Dios nos habla a través de la Biblia, ella respondió sin vacilar: «Bueno, a mí nunca me dijo nada. Jamás escuché que Dios me hablara».
¿Quién te está mirando?
Dondequiera que iban los atletas que participaron en los Juegos Olímpicos 2016 en Río de Janeiro, podían ver a Jesús. Sobre el Corcovado, un monte de casi 700 metros de altura en esta ciudad brasileña, se eleva una estatua de unos 30 metros de altura, llamada Cristo Redentor. Con los brazos extendidos, esta enorme figura se ve de día y de noche desde casi toda la vasta metrópolis.
¿El camino fácil?
A veces, el sendero de la vida es difícil. Por eso, si esperamos que Dios siempre nos presente un camino fácil, quizá nos sintamos tentados a darle la espalda cuando el terreno se vuelve escarpado.
Fortalecer el corazón
El mes pasado, el gimnasio del vecindario donde hice ejercicios físicos durante años cerró, y tuve que inscribirme en otro. El anterior era un lugar cálido y amigable, frecuentado por personas a quienes les gustaba interactuar socialmente mientras hacían ejercicio. Casi nunca sudábamos… En cambio, el nuevo es un establecimiento estricto, lleno de hombres y mujeres que están seriamente dedicados a desarrollar cuerpos musculosos. Cuando miro a estas personas que se esfuerzan tanto, las veo fornidas, pero me pregunto si la gracia está fortaleciendo sus corazones.
Sentarse un rato
Cuando yo era niño, todos los meses salíamos en una excursión familiar para visitar a mis abuelos maternos. Cuando llegábamos a la puerta de la granja, la abuela siempre nos saludaba diciendo: «Pasen y siéntense un rato». Era su forma de decirnos que nos pusiéramos cómodos y charláramos para «ponernos al día».
Llamados por nombre
Cuando me encuentro por primera vez con los alumnos de una clase de composición que enseño en la universidad, ya conozco sus nombres. Me tomo tiempo para familiarizarme con sus nombres y sus fotografías de mi planilla, para que, cuando entren, pueda decirles: «Hola, Ana», o «bienvenido, Tomás». Lo hago porque sé que a todos nos gusta que nos llamen por nuestro nombre.
Lectura maratónica
Cuando salió el sol el primer día del séptimo mes en 444 a.C., Esdras empezó a leer la ley de Moisés (los cinco primeros libros de nuestra Biblia). De pie sobre una plataforma frente al pueblo en Jerusalén, la leyó entera y sin pausa durante seis horas.